Conferencia Magistral 2004
Cátedra UNESCO de Educación para la Paz

Entre el terror y la esperanza: Religión, guerra y paz

 APRECIACIÓN DE UNA CONFERENCIA

de Luis N. Rivera Pagán

ENTRE EL TERROR Y LA ESPERANZA:

Apuntes sobre la religión, la tierra y la paz

Dr. Juan Bek de Goede

Agradezco al Dr. Luis Rivera Pagán por haberme invitado a reaccionar  a su presentación Entre el terror y la esperanza. Ciertamente me siento aterrorizado, pero temo que tengo menos esperanza que Luis. Como teólogo me gustaría abordar algunos puntos relacionados con la religión.

Dioses falsos

Mark Juergensmeyer, en el resumen de Luis, establece una relación causal entre los contextos de profundas crisis sociales y humillación comunitaria por un lado y, por otro lado, el surgimiento de imágenes y símbolos de violencia sagrada que provoca una crueldad implacable contra los enemigos de la fe, que en realidad es contra los causantes de estas mismas crisis sociales y  humillaciones comunitarias. Él tiene razón. Ahora bien, la historia nos ha enseñado que el apocalipticismo, con todo su aparato bélico y de terror, surge y crece en intensidad  paralelamente al aumento de la desesperación de un pueblo en una situación de abuso, frustración y atropello.  No importa el Dios que tenga un pueblo ultrajado, su  Dios se pone al lado de las víctimas y se opone a los explotadores, quienes a su vez, acuden a sus respectivos “dioses” para justificar sus fechorías sociales, políticas y militares, bajo la bandera de la seguridad nacional y guerra contra un terrorismo que ellos mismo han provocado.

En general, tanto los dioses que intervienen apocalípticamente como los que sirven de excusa para ejercer más dominio y poder, todos ellos son creados a imagen y semejanza de la crueldad, y son una proyección  de la parte oscura del ser humano.  También los dioses de antaño respondían a intereses de los dioses profanos. Así señaló ya Henri Bergson en su Les deux sources de la morale et de la religion, de 1925, con su Fonction fabulatrice.  Los dioses son inventados como garantía y protección de las diferencias de clases, y de la estructura social.  Un claro ejemplo fue la persecución de los Cristianos por parte de los Romanos que necesitaban defender su propio Dios como garantía de la Pax Romana.  No hay nada nuevo bajo el  sol, ni histórica, ni sicológica ni sociológicamente hablando.

Espiritualidad

Desde esta perspectiva de los falsos dioses, me gustaría seguir el camino que Luis indica hacia la paz, un camino no siempre pisado por sus defensores, el camino de la espiritualidad.  Habla de “almas profundamente espirituales” (p.15), del “genuino pensamiento religioso” (p. 16), y de lo “central, decisivo y definitorio de las grandes tradiciones religiosas”.  Acude  a la reverencia ante lo sagrado, a la afirmación de la vida humana y al respeto a la naturaleza  (p.14, 17).   Nos recuerda la esperanza en un “cielo nuevo y una tierra nueva” (p. 17). Enumera una lista de mártires, testigos, del afecto de Dios y la reconciliación entre los humanos.

El referirse a la dimensión profundamente espiritual lo considero una tremenda aportación por parte de Luis a la reflexión sobre la paz. Los tres monoteísmos tenemos raíces comunes. El desierto, por ejemplo, ha desempeñado un papel importantísimo en los tres, ha sido cuna del cultivo de la espiritualidad, en el cual uno se confronta consigo mismo, se encuentra con Dios y llega a la compasión. Las tres religiones nacieron y se desarrollaron en el desierto con una riqueza de experiencias, prácticas, teorías y técnicas de espiritualidad. [No sea que la destrucción de parte del desierto como campo de experimentación de armas, simboliza la pérdida  de nuestra base común].

Me gustaría, añadir un componente más de la espiritualidad que necesita ser tematizado. En adición a la relación con la Divinidad, con los demás hermanos y hermanas y con la naturaleza, tres dimensiones que menciona Luis, la tradición de los tres monoteísmos que están sobre el tapete,  enseñan que toda peregrinación y todo crecimiento espiritual no son completos ni posibles sin el cultivo del auto-conocimiento.  La relación con Dios, la relación con el otro y con la naturaleza están íntimamente entrelazadas con la relación con uno mismo, su auto-conocimiento y el dominio de sí. Y esto es el camino de la paz.  Si el ser humano se conoce a sí mismo y supere la sombra, la parte oscura de su ser, estará abierto a Dios, al otro y a la naturaleza. El falso dios más grande puede ser el ser humano mismo, como también podrá ser una bendición divina. Donde no hay el cultivo de esta dimensión espiritual, habrá insensibilidad, crueldad e individualismo.  Nosotros vivimos en un aislamiento individual o lo que llaman algunos en el “individualismo competitivo” (como  Henri Nouwen, Abriéndonos: los tres  movimientos de la vida espiritual. Buenos Aires: Guadalupe, de 1987, p.20,  y Mary Douglas, en sus libros Natural Symbols y Cultural Bias de 1970 y 1978 respectivamente).  [Mary Douglas juega con dos variables sociales, a saber el grado de participación en una unidad social, o sea, el grado de pertenencia o no a una comunidad por un lado, y el grado de aceptación o rechazo del sistema de símbolos y valores de la cultura predominante].  Una alta adhesión a las prioridades y símbolos de la cultura, o sea, una total afirmación de lo que es considerado valioso en la sociedad, junto con un interés mínimo en lazos comunitarios y sociales, constituyen una sociedad de individualismo competitivo.  Si los valores predominantes son el poder, el poseer y el placer, y si éstos se combinan con poco o ningún respeto para el otro, tenemos una jungla, cruel y atropelladora, caracterizada por un individualismo competitivo rampante. Y esto se vive a diario en la calle. Nuestra sociedad  ya no es una convivencia, sino una contra-vivencia  ¿Cómo es posible dialogar entre las tres monoteísmos sobre respeto, si en el tráfico de Puerto Rico los conductores vehiculares se comen vivos? Todo es hostilidad.  Ya en la Edad Media solían decirr: Homo homini lupus, y Sartre lo tradujo en l’enfer c’est l’autre Esto suena muy diferente a lo que dicen los defensores de la paz, como Desmond Tutu.  A él le gustaba decir I am, because we are; and since we are, I am, sin duda alguna una protesta a la declaración del individualismo supremo proclamado por Descartes Cogito ergo sum. .No en balde los líderes espirituales (H. Nouwen) invitan a los ciudadanos  a hacer el paso desde la hostilidad a la hospitalidad, realidad básica en la literatura bíblica.

La des-privatización de la religión, acertadamente señalada por José Casanova como una de las causas del problema, de por sí es una realidad loable, pero si esto implica el olvido, el descuido o el rechazo de la dimensión personal privada de la persona con Dios, estamos perdiendo.   La entrada de la religión en la escena pública, no contradice necesariamente la interioridad de las personas.  Al contrario.  La necesita para que sea una entrada integral y efectiva. Quizás a causa de esta aparición de la religión en la palestra abierta, se debe a que, según Matthew Fox, el primer mundo sufre de pobreza de espiritualidad.  Necesita ser liberado de esta condición.  La espiritualidad de la creación, rescatada por Fox, tiene en parte como objetivo el sacar este Primer Mundo de su pobreza.  Aplicando la cita que Luis pone en la cabeza de  su presentación “es una tierra esclavizada y tenemos que ir a libertarla…” (Jorge Debravo). Si no supere su pobreza espiritual y salga de ella, los intentos de diálogos fracasarán.  Imagínense, liberar a los Estados Unidos, desde los pies a la cabeza.  En los USA aproximadamente 70% de la población tiene una lectura literal de las escrituras canónicas cristianas, incluyendo su presidente (según Hans Küng en una entrevista el domingo pasado por un canal de televisión española).

Si hay diálogoentre por, ej emplo el Judaismo, el Islam y el Cristianismo, que por lo menos uno de los primeros puntos de agenda sea el regresar a nuestras raíces comunes de la religiosidad. El falso dios más peligroso puede ser uno mismo, como dije, pero también podrá ser una bendición divina. Los tres tenemos que dar el paso de la competitividad a la compasividad,  de la hostilidad a la hospitalidad,  de ser presumidos a ser  servidor, del narcisismo al auto-conocimiento, de la ceguera al yo integral, del egocentrismo al altruismo, de la venganza al perdón, de un Dios utilitario a un Dios que se pueda disfrutar, de un Dios de pecado a un Dios de bendición. El diálogo intercultural e interreligioso debe incluir el diálogo sobre la espiritualidad común.   Entonces el “ecumenismo de la compasión” no será una fábula.