Este año 1998 se conmemora el 50 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. La Declaración es un documento que incluye 30 artículos en los que se describen los derechos humanos fundamentales de todos los hombres y todas las mujeres. Derechos que recogen en su esencia el valor y la dignidad del ser humano. Esta declaración surge como respuesta a la gran cantidad de violaciones a los derechos humanos acaecidas en la primera mitad de este siglo. Lamentablemente, tenemos que reconocer que aún hoy en día muchos seres humanos cometen abusos crueles contra otros. La Organización de las Naciones Unidas proclama la Declaración Universal de Derechos Humanos, como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan mediante la enseñanza y la educación el respeto a los derechos y libertades, y se aseguren por medidas progresivas de carácter nacional e internacional su reconocimiento y aplicación universal y efectiva, tanto entre los pueblos como entre los territorios colocados bajo su jurisdicción1 .
Estamos reunidos porque en la Universidad de Puerto Rico hemos asumido el compromiso de cumplir con el mandato de la Declaración por medio de la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz. Como parte de nuestras actividades nos hemos unido a la campaña de Amnistía Internacional Su firma es su voz, que promueve la divulgación de esta Declaración en su 50 aniversario. En el día de hoy llevamos a cabo la Segunda Lección Magistral de la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz. Le queremos dar la más cordial bienvenida a un puertorriqueño que ha trascendido sus fronteras territoriales para brindar al mundo su valioso trabajo profesional a favor de los derechos humanos. Podemos decir que esta persona conmemora y celebra día a día la Declaración Universal de Derechos Humanos. Le queremos dar una calurosa bienvenida al doctor Antonio Martínez. Antonio, bienvenido a tu casa, bienvenido a tu patria. A nombre del Comité Directivo de la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz, del Decanato de Asuntos Académicos, de Amnistía Internacional Sección de Estados Unidos y Puerto Rico, y del grupo de la Cátedra UNESCO de la Facultad de Estudios Generales, le damos la más cordial bienvenida.
1 Declaración Universal de Derechos Humanos, Enciclopedia Mundial de Relaciones Internacionales y Naciones Unidas, ed. Edmund Jan Osmañczyk (Fondo de Cultura Económica: México-Madrid-Buenos Aires, 1984) 427.
Es para mí un gran placer y un gran honor representar a la Sección de Amnistía Internacional de Estados Unidos en esta ocasión que la Universidad de Puerto Rico va a honrar a un gran caballero, un gran amigo que ha estado trabajando en un área que es una de las más costosas espiritualmente. Conlleva un desgaste que muy pocas personas pueden hacerlo. En la década de los setenta y los ochenta la migración del sur al norte trajo muchas personas que habían vivido en carne propia las torturas por parte de sus gobiernos. En ese trajín había un camino que, aunque muy pocos pudieron llegar, los llevaba a Chicago, a un centro donde podían encontrar refugio, alivio y rehabilitación. Es ahí que estaba Antonio con toda su estructura, con todas sus armas para reconstruir las personalidades de muchos que habían sufrido tanto. Y no solamente me refiero a personas de Latinoamérica, sino también de otros países como Camboya. En ese tiempo, el doctor Martínez era uno de los pocos que hablaba de la rehabilitación de la familia y de la comunidad, además de la rehabilitación del individuo. Ese pensamiento poco a poco ha sido aceptado y adoptado por los demás profesionales que están trabajando en la misma área que Antonio. Es un pionero en el área de rehabilitación de los sobrevivientes de la tortura. Para mí es una gran alegría que su propio país tenga la oportunidad de reconocer su trabajo y me uno a ustedes en este reconocimiento.
Como representante de la Sección de Puerto Rico de Amnistía Internacional, me complace estar aquí, en tan importante evento, fruto de los acuerdos entre representantes de varias instituciones motivadas por el deseo de brindar una alternativa dentro de nuestra sociedad actual. Esta es, la de promover la educación y el respeto de los derechos humanos; en fin, educación para la paz. Cuando escuchamos estas dos palabras, derechos humanos, podemos pensar que es algo intangible, lejano, que no forma parte de nuestra realidad. O quizás, pensamos que se trata de eso por lo que luchan otros pueblos hermanos porque le son violentados, o más bien, son asuntos pertenecientes al ámbito político y por tanto no nos atañen. Nada más lejos de la realidad, los derechos son parte esencial de nuestro diario vivir, son guías sencillas pero muy profundas creadas con el propósito de que exista el respeto y la armonía entre los seres humanos, pueblos y naciones del mundo. Los mismos que se sintieron llamados a crear una organización, en la que se unan las naciones y de este modo poder evitar que se repitan las atrocidades que ocurrieron durante la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Este año se cumplen 50 años desde la creación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, esfuerzo que si bien cuenta con un sitial importante en la historia del ser humano, desafortunadamente los mismos son violentados día a día. Las naciones se han comprometido públicamente a respetarlos, compromiso que ha quedado plasmado sólo en un papel. Por esto y por muchas otras razones existen organizaciones como Amnistía Internacional, con el propósito de velar que se respeten los derechos humanos y denunciar a aquellas personas, grupos o gobiernos que los violan por el mero hecho de adelantar sus causas.
Amnistía Internacional es una organización presente en Puerto Rico desde la década de los setenta. Nace en Inglaterra en 1961 por iniciativa de un abogado británico que, conmovido por el arresto injusto de personas que pensaban diferente en el plano político, religioso, entre otros, motivó a muchos, a través de la prensa, a escribir a los dirigentes de los países de estas personas para liberarlos, amparándose en los artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos. La respuesta fue de tal magnitud que ese movimiento se convirtió en una organización seria y de gran importancia a nivel mundial, que hoy cuenta con sobre un millón de miembros voluntarios que laboran a favor de los derechos humanos. Queremos destacar la presencia de un miembro de Amnistía Internacional, el Dr. Antonio Martínez, un puertorriqueño cuyo trabajo es conocido a nivel internacional al dirigir un centro especializado en brindar ayuda y rehabilitación a personas a quienes se les han violado sus derechos humanos por medio de la tortura o de tratos crueles. Finalmente, nos sentimos agradecidos de poder ser partícipes de tan importante actividad, fruto de un esfuerzo que nos motiva a continuar trabajando para la educación para la paz.