Tercera Lección Magistral: De Vieques a la Universidad:
Lecciones y necesidades del pueblo de Vieques en su lucha por la paz y el desarrollo
Cátedra UNESCO de Educación para la Paz
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

Una voz de mujer en el deseo compartido de vivir en paz

Myriam Sobá
Alianza de Mujeres Viequenses

Muy buenos días a todos y a todas.  Antes de comenzar, gracias, muchas gracias a Carlos Zenón y Robert Rabín por mantenerse firmes.  Gracias por el honor que me brindan como mujer de compartir esta lucha al lado de ustedes.  Gracias por ser hombres de fe y esperanza.  Gracias por desear que Vieques sea libre.  A ustedes en el público que por primera vez les veo, de verdad que sus caras no me son desconocidas.  Es como si en este proceso muchos de ustedes y muchas de ustedes estuvieran cerca de mi, cerca de nosotras las mujeres, cerca de todos nosotros en nuestra lucha. Reciban un abrazo fuerte, ustedes hermanos y hermanas puertorriqueños y puertorriqueñas y de otros países en este día, por parte de cada una de las mujeres de la Alianza de Mujeres Viequenses, de la cual me honro en ser portavoz.

 Deseo comenzar leyendo unos fragmentos de los escritos poéticos de Norma Torres que recogen el espíritu de lucha y de alto sentido de humanidad que caracterizan a este grupo. 

 

Hay quien tuviera el poder para hacer eso;
Si las armas destructivas con la sola acción de un beso,
romper las cadenas que aprisionan a mi pueblo.
El soñar no cuesta nada, más la fe realiza sueños
y el corazón cuando ama, hace milagros de ensueño.
Si la voluntad reclama participación en ello
y si acallan egoísmo que encierran los celos.
Si cada cual un granito pusiera, en el gran empeño
de ver libre a nuestra tierra, nuestro mar y nuestro cielo.
Cuánto, cuánto lograría en un instante supremo,
la voluntad de ser libre, la voluntad de ser pueblo.

 

La participación de la mujer en la lucha viequense no es un asunto nuevo.[1] A través de cinco siglos de lucha que han formado la historia de Vieques, mujeres, indígenas, esclavas, libertas, obreras, nacionalistas, amas de casa, madres lactantes, profesionales de todas clases sociales, todas la razas y edades; han luchado contra la presencia militar y se han destacado en el desarrollo y en la defensa de Vieques.  Todas estas luchas y sacrificios de estas mujeres no han sido en vano.  Hoy florece como florece un jardín, aún lleno de espinas. 

Durante la segunda parte del siglo XIX, se mancharon las tierras de Vieques con el odioso sistema de esclavitud africana.  Cientos de esclavas vinieron, trabajaron y murieron en suelo viequense durante el siglo pasado.  Se conoce el caso de la esclava Ángela, descrito en los archivos parroquiales de la Iglesia Católica donde se ponen de relieve sus múltiples sufrimientos.  Descrita como propiedad de la familia de Doña Josefa Díaz, tuvo una niña de nombre Filomena que fue regalada a la familia del entonces gobernador militar  de Vieques, Don Francisco Sainz.  Así como ésta, otras esclavas sufrían de la opresión de un sistema que ni siquiera respetaba los derechos básicos de la maternidad.  Este y otros abusos como la explotación sexual quedaron documentados en el registro de gobierno.  Cientos de mujeres esclavas sobrevivieron las vicisitudes del cruel sistema de trabajo forzoso.  A pesar del continuo ataque a la integridad física y espiritual que fue la esclavitud, estas mujeres dejaron fuertes huellas africanas y una determinación de defender la dignidad humana que se manifiestan en la mujer viequense de hoy.

  Las mujeres de las islas vecinas también vinieron a Vieques para quedarse y han jugado un papel importante en la población trabajadora de la isla.  Ellas, en defensa de los derechos de su gente, perseveraron en varias ocasiones en protestas, donde incendiaron cañaverales y otras propiedades. Estas acciones fueron dirigidas contra la guardia civil por la muerte de compañeros y el encarcelamiento de setenta víctimas debido al abusivo sistema de trabajo en las haciendas azucareras.  Todas ellas, que la mayoría se registraron bajo la categoría de “en casa” - en referencia a su trabajo de amas de casa - demostraron la capacidad de sobrevivir y defender la dignidad de su gente bajo las condiciones más adversas.

El domingo 16 de junio de 1930, se formó en Vieques la primera sección de Damas Nacionalistas de Puerto Rico.  Eran mujeres preocupadas por la situación del nacionalismo puertorriqueño.  Don Pedro Albizu Campos, expresó lo siguiente:  “La mujer es la madre física y moral de la nacionalidad”.  En esa época en que la participación de la mujer en actividades políticas no se veía con buenos ojos, la formación del grupo de damas fue un acto de mucho valor.  Con aquel gesto, las mujeres viequenses escribieron una página gloriosa en la historia de nuestra isla.

  Entre 1978 y los primeros años de la década del 1980, el pueblo viequense se organizó en una tenaz oposición a la presencia de la Marina de Guerra de los Estados Unidos en la isla.  En esta ocasión, un gran número de mujeres jugaron papeles importantes en esa lucha.  Madres, esposas, estudiantes, compañeras solteras, casadas, ancianas y jóvenes participaron activamente en piquetes, desafíos en tierra y en mar, actividades culturales, educativas y en acciones callejeras contra el personal militar en el sector civil.

Entre estas mujeres valientes podemos mencionar a Luz Delia (Lula) Tirado, Nereida Rivera, Lula Meléndez y Norma Torres.  Otra mujer que merece mención especial por su consecuente lucha en defensa de la paz y la justicia para Vieques es Doña Isabel Rosado.  Su lucha por la libertad patria y la justicia la llevó a soportar con valentía aproximadamente 15 años de encarcelamiento.  Doña Isabel, sé que no está aquí.  Gracias, mil gracias, a nombre de todas las mujeres viequenses.  Su sacrificio, Doña Isabel, no ha sido en vano. 

La lucha de nuestro pueblo para que la Marina de Guerra de los Estados Unidos salga de nuestro suelo, ha servido para que un gran número de mujeres hayan despertado al valor, a la osadía y al coraje de echar a un lado por un momento los pañales, los trastes, las planchas, las escobas y el mapo y defender al lado de nuestros esposos, amigos, compañeros y líderes, el derecho que por ley natural y divina tienen nuestros hijos e hijas a heredar una tierra libre de tiros, bombas, ametralladoras, uranio, napalm y toda clase de contaminación.  Una tierra  libre de la opresión y el abuso de unos poderosos a quienes no les importa el bienestar de nuestra isla que es nuestra casa. 

En la vida hay cosas que aprendemos sólo cuando las vivimos nosotras las mujeres.  Hemos aprendido mucho lo que es el miedo, el dolor, la miseria y sufrir la muerte de nuestros seres queridos a causa del cáncer.  Nosotras mismas sufrir en carne propia el cáncer en nuestros cuerpos.  Hemos visto partir a nuestros hijos e hijas a la Isla Grande, como le decimos cariñosamente, o a otros países porque no hay oportunidades de estudios ni empleo en Vieques.  Sentimos el dolor de no poder parir en nuestra bella Isla Nena.  Lo más importante, ansiamos el derecho a vivir en la paz y la libertad a la que nosotros y nuestros seres queridos tenemos derecho.

Señores, señoras, presidente Clinton, gobernador Roselló, Jeffrey Farow, todo esto no se cambia por dinero.  Nosotras ni los nuestros estamos en venta.  Nosotras sí estamos dispuestas a negociar nuestro dolor y nuestra angustia, solamente por la paz.  En este momento histórico de la lucha viequense, las mujeres que han participado como Nilda Medina. Nélida Tirado, Lilliana Cruz, Petra Encarnación, Luisa Guadalupe, Severina Guadalupe, Nena Rivera y nosotras las nuevas, que pertenecemos a la Alianza de Mujeres Viequenses, reclamamos el espacio para levantar nuestras voces todas juntas.  Nuestros reclamos van más allá de la devolución de terrenos, de la descontaminación y de la desmilitarización.  Nuestro reclamo responde a una necesidad de vivir en paz y seguridad.

Las mujeres de la Alianza estamos convencidas que Vieques es nuestra casa y por eso la defendemos.  Durante demasiado tiempo, nuestra casa, Vieques, ha sido violada, robada, quemada, mutilada, maltratada, contaminada por esta fuerza militar; viéndose afectada la población durante 60 años.  Es por esta razón que estamos decididas y con valor a poner en orden nuestra casa.  Mujeres como Judith Conde y Gladys Rivera, fundadoras de la Alianza de Mujeres Viequenses, al lado de un grupo de más de 100 mujeres y otras que no han nacido en nuestra isla y lo están dando todo como Luz Nereida Pérez, Dra. Alba Nydia Rivera, Lilliana Cotto,  la Rev. Eunice Santana, Melissa Mark, y Wanda Colón.  En especial quiero reconocer a la Rev. Lucy Rosario Medina, quien no nació en Vieques y es pastora de la Iglesia Metodista y  Coordinadora del Campamento del Concilio Evangélico en el área de tiro.  Somos muchas, como podrán ver, somos muchas, muchas más.  Esto es sólo una muestra de nuestra participación.  El Campamento Justicia y Paz para Vieques que está ubicado frente a los portones del Campamento García, campamento de desobediencia pacífica, se ha ganado el título de Campamento de Mujeres por nuestra participación activa.  Este bendito campamento nos enseña, no sólo a las mujeres sino al pueblo, que no hay cadenas que puedan aguantar a los viequenses que luchan.  A un pueblo que está decidido a ser libre.  Nos está enseñando que podemos luchar sin fronteras, que no hay diferencias entre hombres y mujeres para luchar.

Deseo finalizar en este día, invitando a todas ustedes mujeres que escuchan este mensaje a que se unan en una voz, que unan su voz a la de nosotros porque el único requisito que se necesita para pertenecer a la Alianza, para estar en esta bendita lucha, es ser mujer, el deseo de ser libre y querer vivir en paz sobre todas las cosas.  Por esto a nombre de todas las mujeres viequenses, gracias, muchas gracias.   Sigamos unidas divulgando a una sola voz: ¡Ni un tiro más, ni una bomba más para Vieques!  



[1] El resumen histórico proviene de: Robert Rabin, La mujer en la historia viequense. Ponencia presentada en el Ateneo Puertorriqueño, 1995.