Buenos días a nuestros oradores, a los miembros de la comunidad universitaria y a los invitados especiales que nos acompañan esta mañana. Les agradezco a todas y todos su presencia en esta Tercera Lección Magistral de la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz; actividad que hemos titulado De Vieques a la Universidad: Lecciones y necesidades del pueblo de Vieques en su lucha por la paz y el desarrollo. En esta ocasión será la Isla Nena quien le hable a la Universidad y a la Isla Grande desde su lucha cincuentenaria por la paz. Tendremos la oportunidad de escuchar las voces de quienes verdaderamente pueden sentar cátedra sobre la violencia y la paz.
Leía en el periódico del domingo un reportaje sobre los preparativos de la Marcha por la Paz de Vieques. En este reportaje se señalaba que "para los religiosos entrevistados, la historia de los derechos civiles en Puerto Rico se escribe antes y después de Vieques." Yo añadiría que no sólo la historia de los derechos civiles, sino de todos los derechos humanos. Si, porque es de derechos humanos que se trata.
Al conocer la realidad de Vieques hemos tomado conciencia en Puerto Rico de que todas y todos tenemos derecho a la vida, a la salud, a la tierra, a la seguridad, al trabajo, a la educación, a la dignidad, a un medio ambiente habitable, a la libertad de pensamiento, opinión y expresión, así como de conciencia y religión. Hemos vívido el principio de que el derecho violado en uno es derecho pisoteado en todos. Hemos comprendido que es responsabilidad de todos defender esos derechos. Hemos aprendido que Vieques es Puerto Rico y Puerto Rico es Vieques.
En el día de hoy reconocemos al pueblo de Vieques en su larga lucha por paz. Reafirmamos que la aspiración del pueblo viequense a la desmilitarización, la devolución de las tierras, la descontaminación, y el desarrollo es una lucha por sus derechos humanos y los derechos humanos de todas y todos nosotros. Reconocemos también nuestra responsabilidad como universitarios y puertorriqueños con el pueblo de Vieques en la conquista de sus derechos y la construcción de la paz.
Este año 2000, ha sido declarado por la UNESCO como el Año Internacional de la Cultura de Paz. La Cultura de Paz se refiere a un esfuerzo global para promover el conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto a la vida, de la persona humana, de su dignidad, de todos los derechos humanos; el rechazo de la violencia en todas sus formas y la adhesión a los principios de la libertad, la justicia, solidaridad y tolerancia, así como la comprensión tanto entre los pueblos como entre los grupos y las personas. Que mejor forma de darle vida y puertorriqueñizar el año internacional de la cultura de paz que promoviendo la justicia y el respeto a los derechos humanos del pueblo viequense, y así contribuir a minimizar las relaciones de violencia existentes en Puerto Rico. Confiamos que esta Lección Magistral aporte al conocimiento de la comunidad universitaria de los aciertos, tensiones y necesidades del pueblo de Vieques en este momento de importancia histórica.
Quisiera agradecer a todas y todos los que han laborado para esta Lección Magistral, en especial a los miembros del Comité Directivo de la Cátedra UNESCO y al personal del Decanato de Asuntos Académicos que con tanto compromiso han trabajado. Quisiera reconocer la valiosa aportación de la Coordinadora anterior de la Cátedra, la Dra. Anaida Pascual quien se encuentra desempeñándose como investigadora visitante en la Universidad de Princeton. Fue ella quien sembró la idea de dedicar esta lección magistral al pueblo de Vieques. También agradezco al personal de la Facultad de Educación y a la Oficina de la Decana por el apoyo que nos han brindado.
Para finalizar quisiera dejarles con las siguientes palabras de Paulo Freire:
No entiendo la existencia humana y la necesaria lucha por mejorarla sin la esperanza y sin el sueño. ... Esto no quiere decir, sin embargo, que porque soy esperanzado atribuya a mi esperanza el poder de transformar la realidad . . . Mi esperanza es necesaria pero no es suficiente. Ella sola no gana la lucha, pero sin ella la lucha flaquea y titubea. . . . Sin un mínimo de esperanza no podemos ni siquiera comenzar el embate, pero el embate sin la esperanza. . . se desordena, se tuerce y se convierte en desesperanza que a veces se alarga en trágica desesperación. De ahí que sea necesario educar la esperanza.
(Pedagogía de la esperanza, 1993, pp. 8-9)
Los invito entonces a "educar la esperanza".