Tercera Lección Magistral

Tercera Lección Magistral: De Vieques a la Universidad:
Lecciones y necesidades del pueblo de Vieques en su lucha por la paz y el desarrollo
Cátedra UNESCO de Educación para la Paz
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

Historia y esperanza de una vida en Vieques

Robert Rabin
Comité Pro Rescate y Desarrollo de Vieques

Muy buenos días a todas y a todos.  Para mi es un gran honor estar aquí ante ustedes y compartir esta mesa con distinguidos miembros de la comunidad viequense y puertorriqueña; específicamente con Myriam Sobá, digna representante de la mujer viequense y con Carlos Zenón.  Tengo  también el honor de compartir esta actividad con un grupo de niños y niñas viequenses con sus maestros, sus padres y con la pastora Lucy Rosario de la Iglesia Metodista de Vieques.   Agradecemos profundamente la invitación que nos ha hecho la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz de la Universidad de Puerto Rico. 

Quiero intentar algo con la alta tecnología que tenemos con nosotros -- un equipo de transmisión radial.   Desde hace un tiempo hemos desarrollado un proyecto de mantener comunicación continua con los compañeros y compañeras que están en el área de bombardeo, el área que antes era zona de bombardeo que ahora es zona de paz.  Tenemos comunicación y vamos a pedir un saludo desde el área de Monte David, en el área de bombardeo, desde la escuelita en Playa Yayí.  Lo intentaremos más tarde…. 

De nuevo agradezco a todos la invitación que sé, que no es a mí como Roberto Rabin, sino una invitación a mí por haber tenido el privilegio de vivir en su país, Puerto Rico, en esta parte tan importante del archipiélago puertorriqueño que es Vieques.  Agradezco profundamente esta oportunidad, no solamente de vivir en Vieques, sino de participar en una lucha tan digna, tan justa, tan buena. Para mí ha sido un privilegio vivir 20 años con la esperanza, literalmente, porque vivo en el Barrio Esperanza en Vieques.  Vivo junto a un pueblo con la esperanza de vivir un futuro liberado de la milicia.  Es importante que nadie salga de aquí hoy, sin tener muy claro que la lucha por terminar con la presencia militar, con la presencia de la Marina de Guerra de los Estados Unidos en Vieques,  es una lucha por la paz, es una lucha por los derechos humanos.  Es una lucha por la paz, no solamente de Vieques, no solamente de Puerto Rico; es una lucha por la paz mundial.  Porque en Vieques, en la parte este de Vieques y en la zona oeste también, donde la Marina de Guerra de los Estados Unidos llevaba a cabo sus ejercicios, han practicado, han ensayado agresiones militares contra los pueblos hermanos del Caribe, de Centro América, Sur América y de otras partes del mundo como Irak y Yugoslavia.  Así que luchamos en Vieques por la paz de Vieques, pero también por la paz mundial. 

Primero quiero ofrecer una cronología y algunos comentarios de trasfondo histórico sobre la presencia de la Marina de Guerra de los Estados Unidos en Vieques.  En la década de 1940, llega la Marina a Vieques y toma las tierras más fértiles, los puntos más altos de la topografía.  Controla la ruta corta y natural que  separa a Vieques del resto del archipiélago puertorriqueño.  Toma los acuíferos más importantes, las playas más hermosas, cientos de yacimientos arqueológicos y otros lugares donde habían recursos culturales.  La presencia militar ha implicado un  desastre socioeconómico.   Al obstaculizar por más de medio siglo un desarrollo saludable de la economía de Vieques, se crea una crisis social que trae como consecuencia la emigración de miles y miles de viequenses a Santa Cruz, las Islas Vírgenes, a la Isla Grande y a los Estados Unidos;  provocando así el rompimiento de la familia viequense.  Provoca una crisis social, que desde los años 40 ha resultado en un aumento drástico de la violencia familiar, en particular en la violencia contra la mujer viequense.  También tenemos altos niveles de alcoholismo, problemas de prostitución, de drogadicción, de depresión y otros males relacionados con la salud mental.

Este genocidio se practica en Vieques desde los años 40. Regreso a mencionar los recursos históricos, culturales, los yacimientos arqueológicos que en muchos casos han sido destruidos  tras las rejas militares.  Esto significa que la presencia militar representa un genocidio, un programa de genocidio no solamente contra la población de hace décadas, sino un genocidio contra los primeros pobladores de Vieques.  Es un genocidio contra los recursos culturales y arqueológicos, es la destrucción del patrimonio colectivo del pueblo de Vieques.   

Comenzaré con una anécdota que ha compartido con nosotros la compañera Doña Luisa Guadalupe.  A sus 80 años recuerda Doña Luisa, cuando era una joven de aproximadamente 18 años, y se iniciaron las expropiaciones militares (ella lo plantea como en el 1941, 42 ó 43). Su tía María Guadalupe Legrán  tenía en esos momentos unos 45 años.  Dice Doña Luisa que cuando llegaron los militares con las cartas de expropiación, la hermana de María, Gabriela Guadalupe le dijo que se preparara que tenía que salir de la casa y de su terreno, María le contestó: “Yo no le entrego lo mío, que pa' tomar mi tierra y sacarme de mi casa tendrán que sacarme muerta”.  Murió al otro día, murió de tristeza. 

Vamos a tomar una pausa.  Parece que tenemos comunicación por radio con Ismael Guadalupe, sobrino nieto de María, quien continúa con esa tradición familiar.    --Ismael, estás en vivo con la Universidad de Puerto Rico desde la tierra de la dignidad viequense, tierra donde se lucha por la paz.   Adelante, Ismael con un saludo.

Ismael Guadalupe - Estamos en el Campamento La Escuelita, uno de los lugares donde hemos logrado durante casi diez meses tener una paz que va en vías de convertirse en una paz permanente.  Nos parece que el pueblo puertorriqueño, junto con el pueblo de Vieques, ha dado un ejemplo vivo de lo que significa luchar por la paz. Comenzando con lo que muchos han llamado el nuevo milenio, nos parece que si todos nos proponemos seguir luchando para lograr esta paz, que no solamente es la paz de Vieques, sino es la paz del mundo, haremos una gran contribución a la humanidad.  De manera que queremos, los que estamos aquí, agradecerles a instituciones como la UNESCO, a la Universidad de Puerto Rico y a todos aquellos que de una forma u otra han colocado su granito de arena para construir esta gran muralla, para detener lo que es la guerra y dar un paso a la paz.  Nos parece que, como dije anteriormente, estamos adelantando mucho para la paz no sólo en Vieques sino para la humanidad.  Es en Vieques, lamentablemente, donde se han ensayado las agresiones a otros países.  Es mucho más doloroso saber, cuando oímos que un avión ha dejado caer una bomba, que ha destruido un hospital, que ha destruido un orfanato, que ha matado miles de personas, que ese avión o ese piloto entrenó en tierras de Vieques.  Por lo tanto, cuando nosotros logremos que definitivamente la Marina de Guerra de los Estados Unidos no regrese a Vieques, estaremos también contribuyendo a que más y más países del mundo no reciban esos aviones que se convierten en símbolos de muerte. En ese sentido, nuevamente a todos los que están presentes, desde el campamento y desde todos los campamentos comprometidos con la paz no sólo de Vieques sino de toda la humanidad, le agradecemos a ustedes su apoyo y este reconocimiento al pueblo de Vieques.  Gracias.

 

Voy a volver a la década de 1940, a la tía abuela de Ismael.  María Guadalupe, una mujer saludable de 45 años, amaneció muerta de tristeza al enterarse que se tenía que ir de su casa, pues habían comenzado las expropiaciones. Fue la última persona en el barrio La Palma, en la zona oeste de Vieques.  Ella fue la última persona que murió en esa zona, fue el último entierro que hubo en el área.  Es importante mencionar que los hombres que cargaron el ataúd tuvieron que correr con ésta hasta el pueblo porque tenían que volver a sus casas antes de la noche.  Todos se encontraban en el proceso de las expropiaciones.  Tenían que sacar sus cosas de las casas y en algunos casos desmantelar las pequeñas casitas para moverlas a los sitios donde los militares los estaban reubicando.  Así que la presencia militar no es solamente el bombardeo y los cráteres que hemos visto causados por éstos.  No es solamente el uso del uranio reducido.  Son muchos los cráteres en el alma de los viequenses, que en estos momentos, con la solidaridad del pueblo puertorriqueño y tantas expresiones de apoyo, comienza el proceso de sanación. 

Quiero regresar en forma cronológica a hablar  sobre la presencia militar en Vieques.  En 1941, el 17 de marzo, una ley aprobada en Washington, la Ley No. 13, asigna 35 millones de dólares para la construcción de una base militar en Vieques, ésto sin ninguna consulta con el pueblo.  El 25 de agosto de 1941, se aprueba en Washington la Ley Pública 247 que estipula que la Marina de Guerra de los Estados Unidos entraría en posesión inmediata de las tierras a expropiarse en Vieques.  Con esta ley se inicia el proceso de expropiaciones militares en Vieques que termina al final de la década de los 40 con la Marina en  control de 26,000 de las 33,000 cuerdas del terreno viequense.  Dos leyes aprobadas por los Estados Unidos sin ninguna consulta, sin ningún referéndum.  No hubo referéndum para que la Marina entrara a expropiar en Vieques, nadie en Vieques está pidiendo un referéndum para que se vayan. 

En 1943, tenemos constancia de la primera manifestación a raíz de la expropiación y del cierre de la Central Playa Grande que había sido la principal fuente de empleo.  Hay una manifestación en las calles de Vieques con banderas negras clamando por trabajo.  En 1947, Don Germán Rickehoff Morales, organiza el grupo Asociación de Hijos de Vieques donde abogan por la devolución de las tierras expropiadas por la Marina.  Posteriormente, en 1947, el Departamento de Interior de los Estados Unidos desarrolla un plan para remover toda la población de Vieques a la Isla de Santa Cruz.  El 4 de abril de 1953,  un grupo de marinos participando en maniobras, matan a golpes y patadas a Don Pepe Christian.  Otro anciano, Julio Bermúdez, de 63 años, resultó gravemente herido en la trifulca.  Hubo militares heridos, hubo corte marcial y todo el mundo fue absuelto.  Es bien importante que tengamos presente que la muerte de Don Pepe fue uno de muchos muertos en Vieques a causa de la presencia militar.  La muerte-asesinato de David Sanes, el 19 de abril de 1999 no fue la primera, no fue la única.  Esperamos que sea la última.

En el 1953, la Asamblea Municipal de Vieques aprobó una resolución, condenando la presencia militar y demandando la devolución de las tierras viequenses.  Entre otros por cuantos, se incluye lo siguiente, sobre los militares, y citamos:

Una vez entregados a los efectos del licor, provocan a las señoras y señoritas y profanan la tranquilidad de los hogares. 

Por cuanto, este pueblo de Vieques no puede seguir tolerando más tiempo lo que ha venido ocurriendo en nuestra isla que ha dado toda su economía para  el esfuerzo de la guerra, sacrificándose con 26,000 cuerdas de terreno.

Por cuanto, estas maniobras solo benefician a un grupito de comerciantes, dueños de bares que pretenden enriquecerse a costa de estas maniobras, sin importarle la clase pobre, esa clase sufrida que es la que sufre y padece las consecuencias de esas maniobras en un área de 26,000 cuerdas de tierra donde trabajaban anteriormente cientos de obreros.

Esta es una cita de una resolución de la Asamblea Municipal de 1953.  Esto no es una lucha de ahora, esta es una lucha de décadas de un pueblo por la paz y la dignidad.

El 8 de febrero de 1959, una trifulca que provocan un grupo de militares en el pueblo de Isabel II en Vieques, termina con 19 personas lesionadas, 6 de gravedad, incluyendo varios infantes de marina.  En 1961, el Departamento de la Defensa y el Presidente John F. Kennedy, preparan un plan para la abolición del Municipio de Vieques. Este plan incluía no solamente la remoción de toda la gente de Vieques, sino también la remoción de todos los cadáveres del cementerio, porque los oficiales militares no iban a permitir que la gente de Vieques regresara a rezar al cementerio.  Año 1964, la Marina amenaza con expropiar todo lo que queda de la costa sur de Vieques.  Se organizó un comité en defensa de Vieques con la participación  de los sectores de la comunidad.  Es 1978, un grupo de pescadores viequenses, con el apoyo de la comunidad, empiezan una serie de actividades coordinadas para paralizar las maniobras militares en la isla.  En mayo de 1979, son arrestadas 21 personas durante una actividad ecuménica y de desobediencia civil en la Playa Caracas.  Esta playa luego fue nombrada Playa Ángel Rodríguez Cristóbal, en honor al cialeño que fue uno de los arrestados en ese momento.  Rodríguez Cristóbal fue enviado a una cárcel federal en Florida y asesinado en su celda, el 11 de noviembre de 1979. 

En octubre de 1983, el gobernador de Puerto Rico, Carlos Romero Barceló firma un acuerdo con la Marina, básicamente entregando un caso legal que la Marina quería paralizar; un caso legal que el gobierno de Puerto Rico había iniciado contra la Marina, junto a la Asociación de Pescadores y otras organizaciones del sector civil de Puerto Rico. Este fue un caso muy fuerte en los tribunales federales y el gobernador Romero Barceló, sin ninguna consulta al pueblo de Vieques, firmó un acuerdo entregando y paralizando ese caso y aprobando el uso continuo de Vieques por parte de la Marina para sus actividades militares.  Suena familiar, me parece.

Lo importante es que entendamos que lo que estamos experimentando en Vieques, tanto la lucha del pueblo, así como en las expresiones, manifestaciones y gestiones de un pueblo que lucha por su dignidad y por la paz de Vieques y de todo Puerto Rico, es una lucha histórica, una lucha heroica. Histórica también ha sido la traición de personas en el gobierno tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos, de todos los colores, todos los partidos; traición que nos ha enseñado que no se puede dejar esta lucha en manos de los políticos. La historia no lo permite.  La Marina no se irá, la Marina la tenemos que sacar y eso ha de ser la aportación del pueblo de Vieques y del pueblo puertorriqueño.

Quiero terminar con un breve lectura, si me permiten, dedicada a los muchos estudiantes universitarios y jóvenes que han llegado a Vieques como ángeles de la esperanza durante este período de lucha. Es un escrito que realicé en el área de bombardeo, en Playa Carrucho, el 7 de mayo de 1999.  Dice lo siguiente:

¡Que confusión de metal y coral, piedra, y pólvora, paz y guerra hay en la parte este de Vieques!  En la zona de Salinas, al extremo oriental de la Isla Nena, la Marina de Guerra de los Estados Unidos, lleva más de medio siglo destruyendo lo que la naturaleza ha estado creando y recreando por milenios.

Después de veinte años de mi vida en Vieques, finalmente tuve la oportunidad de ver en todo su esplendor la máxima expresión de la bella y la bestia que es esta parte del archipiélago puertorriqueño. 

Desde la arena blanca de la berma en la Bahía Carrucho _una de decenas de playas preciosas en la zona restringida por los militares _ se ve a corta distancia Cayo Conejo.  En ese peñón maltrecho por metrallas y cohetes, anida el pelícano pardo, especie en peligro de extinción.  El verde azul del mar caribeño y las aguas cristalinas forman sólo una parte del paisaje.  Al abrirse la mirada, vemos fragmentos de metal militar, cascos de cohetes explotados, balas de diversos calibres, enormes bombas - algunas explotadas y otras vivas - enterradas en la arena, en el fondo del mar o en el monte circundante. Vemos la Laguna Anones, que parece más luna que laguna por la exagerada cantidad de cráteres que como tantas heridas llenan su cuerpo adolorido. 

Este lugar tiene otro destino.  Tanto las fuerzas de la creación, como las futuras generaciones de viequenses visualizan otro tipo de actividad en la parte este de Vieques.  El ecoturismo, proyectos de reforestación, la conservación con usos controlados por la comunidad y no por la Estación Naval Roosevelt Roads, crearán empleos para nuestra gente mientras permite el retorno de la flora y la fauna a esta zona asediada.  Zona  ahora rescatada por un grupo de ángeles de la esperanza boricua cuya belleza se impone con música y risas sobre los cañones y cohetes de la bestia. 


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